Hace un tiempo que me encontraba desempleada y cada vez resultaba más difícil volver al mundo laboral.
No sólo me cerraban todas las puertas sino que algunas ni si quiera se abrían. Me sentía cada vez más ignorada e insegura.
Pasaba los días luchando y viendo a lo lejos un panorama repleto de nubes oscuras, empecé a sentir mucho miedo y tristeza mientras la hipoteca y las facturas me ahogaban.
Pánico al ver que se acababan las herramientas para satisfacer las necesidades básicas de mis hijos.
Un día, una Vanessa que ya se sentía muy pequeñita en un mundo demasiado grande y hostil, conoció a Anna.
Me abrió la puerta de su despacho con una sonrisa amiga. Al poco de estar explicándole mi situación y urgente necesidad de encontrar un trabajo, su mirada me decía: “Te veo, y todo va a ir bien”.
Me ayudó a que mi currículum fuera más atractivo y me dió confianza.
Empezó a enviarme una lluvia de ofertas cada semana, a las que poder aplicar.
Un día me dijo segura: Vanessa, ésta oferta es para ti, lo sé!
Era un puesto de trabajo que nunca había realizado, y por tanto apareció mi síndrome del impostor junto con mi amigo el miedo. Pero ella estaba tan segura que me contagió.
Después supe que le habló de mí a la directora de la empresa de una manera muy humana y cercana, tanto que quiso concertar una entrevista!
Anna me pidió cita en una Organización sin ánimo de lucro, que ayudan a mujeres en la situación que yo me encontraba, a preparar la entrevista y su vestuario. Me pareció increíble la experiencia.
La entrevista fué un éxito, le encanté! Fuí segura de mí misma y con mi mejor sonrisa porque me sentí muy respaldada.
La directora tenía que realizar más entrevistas a otros candidatos y tuve que esperar unos días.
Finalmente la vacante fué cubierta por una persona de otra sucursal que había pedido traslado, pero…
Tenía ganas de conocerme más y me ofreció otro puesto!
Ahora hago mi trabajo con ilusión y estoy rodeada de gente que me aprecia y me valora. Pero lo más importante es que yo también me valoro y nada tengo que ver con la Vanessa de hace un año.
Siempre agradeceré a Anna y a Incorpora que por fin me vieran y dejara de ser invisible.
“Qué paz da vivir cada día con ilusión y no con miedo”
* La il·lustració està realitzada per la mateixa Vanessa Bonet. Ella és il·lustradora i ha volgut plasmar el seu testimoni amb paraules i amb il·lustració. Esperem que la gaudiu tant com nosaltres.